Voy a comenzar un nuevo proyecto: escribir de vez en cuando pequeños artículos mostrando paso a paso los diferentes procesos para recuperar, transformar o restaurar un mueble.

Tuve la suerte de vivir un año en una casa que el dueño, tras venderla, me regaló mucho mobiliario que había en ella. Entre muchas otras cosas se encontraba esta mesa que no llamó excesivamente mi atención: no soy muy fan de las mesas redondas y menos de los barnices oscuros, que en muchas ocasiones te obligan a adivinar la madera que se encuentra debajo.

El otro día me dio por sacarla del fondo del almacén, sabía que era de madera maciza y pensé que seguro que quedaría bonita.

¡Pero la sorpresa fue mayúscula! Al empezar a eliminar el barniz descubrí que era de madera de roble macizo: el sobre se compone por tres piezas de 3 cm ensambladas entre sí, y las patas torneadas y robustas también son macizas.

Comienzo con las descripciones paso a paso de este proyecto tan sencillo y tan gratificante…

1. Eliminar el barniz

Decapar un mueble puede convertirse en una tarea engorrosa, desesperante y agotadora. Dependiendo del tipo de barniz o pintura se pueden utilizar diferentes técnicas: pistola de calor, decapante, rasqueta metálica, chorro de arena, etc. No todas funcionan en todos los casos y hay que ir haciendo pruebas para comprobar cual funciona mejor. 

En este caso, al ser un barniz antiguo, comencé con la chorreadora de arena, una adquisición bastante reciente que se ha convertido en una de mis herramientas favoritas. Limpia pinturas, ceras, pátinas y barnices antiguos, pero no puede con los barnices de poliuretano por ejemplo, se tarda más que con un decapante. Eso sí, para las tallas, los torneados y las molduras es una maravilla, los limpia con una facilidad asombrosa, reduciendo notablemente el tiempo en el decapado. Para acabados finos en el mobiliario se utiliza como abrasivo microesferas de vidrio: su tamaño hace que no se dañe la superficie; sin embargo, en ocasiones nos puede interesar un acabado más rústico o envejecido y en ese caso se emplea una arena especial.

Después de una primera fase con la chorreadora, continúo con la lijadora de mano sobre las superficies lisas para conseguir un acabado fino y así eliminar algún resto de barniz o tinte que pueda quedar; empiezo con un grano 80 o 120 y termino con 240. No me libro de lijar a mano las patas torneadas, es laborioso pero imprescindible para un buen acabado.

2. Encerado

Una vez que tengo todas las piezas bien lijadas y pulidas, llega el momento de aplicar el acabado. He elegido para la mesa cera natural transparente y cera blanca, ya que es un mueble auxiliar de uso poco frecuente. En el caso de piezas con un uso más frecuente se recomienda aplicar barniz, es más resistente a los líquidos y manchas.

Comienzo limpiar todas las superficies con un paño seco (es importante no humedecer la madera para que no se levante la veta) y preparo el mueble para aplicar la cera.

Primero doy una mano generosa de cera transparente con un paño de algodón o con una brocha para acceder a las zonas molduradas.

Como acabado final le aplico una mano de cera blanca para aclarar un poco el tono, pero, sobre todo, para que se quede entre las hendiduras de la veta. Para ello se pasa un paño de algodón limpio antes de que se seque de forma que elimino los restos para marcar las vetas.

Una vez aplicada la cera blanca por toda la mesa, la dejo secar una media hora y para terminar paso un paño de algodón limpio para sacar ese brillo tan característico que tiene la cera.

3. Montaje final

Procedo al montaje de la encimera sobre la estructura y a la preparación del espacio para el reportaje fotográfico. Esta última fase es una de mis favoritas, ya que veo la pieza en un posible ambiente y siempre es gratificante contemplar la transformación después de todo el proceso de recuperación. Como dije al principio, este trabajo ha sido muy sencillo, aunque estoy más que satisfecha con el resultado. Os dejo con alguna foto del trabajo finalizado. ¡Espero que os guste!